El peronismo ya no puede consigo mismo; no sabe qué hacer con su gobierno y , más grave aún, no sabe qué hacer con la Argentina. Ahora los argentinos disponemos del privilegio de conocer el peronismo de los tarifazos y el ajuste. Quieren disimularlo, juegan con las palabras, pero ellos mejor que nadie saben que la única verdad es la realidad. Y a esa realidad la contemplan con ojos y reflejos de ebrios El espectáculo del pasado 17 de agosto fue asombroso, surrealista y algo estrafalario. Todo velado con un tono de indisimulable decadencia Los peronistas movilizados para protestar contra lo que no se animan a a cuestionar. Asistimos a los paros en los cuales no se sabe contra quién lo realizan. ¿Contra el gobierno? ¿Contra Massa? ¿Contra Alberto? ¿En defensa de Cristina? Nadie lo sabe, Un poco de todo y un poco de nada. Los execrables tarifazos de Macri ahora son iniciativas democráticas para redistribuir los costos. Una maravilla. Una maravilla precipitada en un país sin reservas y con índices inflacionarios imparables. Y como frutilla del postre, la jefa en el banquillo de los acusados con un fiscal que no para de hablar porque no para de presentar pruebas y más pruebas. Y sobre este tema a no llamarse a engaño: no es el fiscal Luciani el protagonista del espectáculo; es Cristina, Cristina y sus cómplices con familiares incluidos. Cristina y el régimen cleptocrático que lideró.
Un paro que no se sabe contra quién es; un paro cuya causa hay que callarla porque impugnaría al mismo gobierno del cual ellos son socios, convengamos que es un espectáculo digno de Kafka, con el agravante de que la comedia la pagamos todos los argentinos. El peronismo está fracturado internamente. El triunvirato que hoy intenta ejercer el poder está integrado por personajes que se detestan y que exhiben los niveles de desprestigio social más altos. El peronismo no gobierna, pero hará lo imposible para que otros lo hagan. Sabe que al poder lo deben entregar dentro de un año pero no saben cómo llegar a esa fecha. El gobierno es para ellos un fierro caliente y no pueden disimular las ganas de que sea la oposición la que se haga cargo de estos descalabros. La crisis del peronismo coloca en un primer plano la responsabilidad de la oposición. ¿Sabrá estar a la altura de las circunstancias?¿Podrá gobernar o la dejarán gobernar? ¿Saben lo que se debe hacer y cómo hacerlo? No son preguntas para responderlas por un sí o por un no, pero más temprano que tarde la oposición deberá responder a estas preguntas.
