Sinónimo de
hidalguía es esperanza. Atributo de algunos que en sus intrincados laberintos
afectivos soslayan en su accionar cotidiano, esta virtud que supera barreras y
que nos transporta a dimensiones en donde verla, encontrarla y sentirla, es
tangible. Se ve su color. Se percibe su aroma. Nos ilumina desde todas las
direcciones y nos anima a pensar - desde
un criterio poco común y tan antiguo como la voz del hombre - que poner en
práctica su esencia, es posible. Posibilitar que la práctica se multiplique es
factible. Multiplicar el resplandor que representa sin temor a que te
enceguezcas es una actitud plausible y altruista. Actitud que te conmina a
continuar viendo. A proseguir en tus nobles acciones desprovistas de intentos
vanos por pretender obtener materialidad sin considerar su costo; sin
reflexionar sobre su alcance; sin
observar el entorno de ése momento en el que fuiste presa de un arrebato
circunstancial y complejo; arbitrario
y poco feliz. Instancia que se acomoda en la más oscura intención de
silenciarte. Silenciarte con un claro propósito, que desatiendas tus ganas, tus
ideas, tus compromisos, tus sentimientos
y tu decir. Silenciarte inconscientemente con la complicidad de las ficciones
materiales que circundarán tu humanidad. Desde allí, comenzarás a sentir el silencio como
un triste amigo angustiado y justamente allí, sentirás que está presente, como la luz, el
impulso, el cielo y el amor, la esperanza, amiga insoslayable de la vida.