Viernes, 12 de marzo de 2021
Desencuentro emocional. Conflicto en puerta “entre partes” que se creían en el mismo sector y hoy, trastocados por el malestar y el asombro, revelan que no es tal cual se pensaba y sentía.
Palabra empeñada y no respetada. Voluntad herida. Necesidad de rever el pasado para conocer la situación presente. Situaciones de angustia que nos plantan en el debido lugar en relación a nuestras actitudes que se traducen en claras acciones que después nos pueden pasar factura.
La arena política, nos muestra sin aviso alguno, los impactos que pueden sufrir aquellos que creen en un primer momento y que luego, se encuentran inmersos en un conflicto, producto de las promesas incumplidas y de las frustraciones que sienten, porque lo prometido se cayó, como se cae todo lo que no tiene fundamento real, argumento propio, vacío de contenido y convicciones, repleto de conveniencias, engaños y especulaciones.
Así transita hoy el hombre político. Al servicio de unos pocos que se apropian indebidamente de un acervo emocional de muchos. Los degradan, los fagocitan brutalmente, los niegan hasta la desconsideración. Sufren de un tipo de amnesia que se propaga con la rapidez de las mentiras y con la insolvencia de las incorrectas interpretaciones, insolventes compañías y desafortunadas respuestas.
Se habla de respeto con la liviandad que ostentan quienes poco o nada creen en él. Se habla de respeto sin considerar: ni el tiempo transcurrido; ni las acciones llevadas a cabo; ni las consecuencias acaecidas; ni el desgaste ideológico provocado; ni las palabras utilizadas constructoras estas, del entramado posible y necesario para celebrar posibles acuerdos que a posteriori, “no son respetados”.
EL respeto, ha devenido en moneda corriente sin valor. No se sustenta lo que se dice. No se honra lo que se promete. No trasciende la idea, porque carece de compromiso y de argumentos tangibles y convincentes que permitan su ejecución. No se registran acciones que instrumenten lazos, vínculos, entendimientos, por el solo hecho de que, dichas acciones son vacuas, estériles, se esconden a las mayorías y son ostentadas por quenes cometen uso indebido de las mismas. Son nulas en todos los sentidos y en todas las interpretaciones posibles.
Se habla de trayectoria desde la coyuntura de una explicación, de una rendición de cuentas, del por qué se llegó a determinado estado de atraso y postergación. Trayectoria debiera ser el camino logrado producto de una agenda detallada. Trayectoria, no es liviandad conceptual. No es argumento ocasional. Trayectoria, es sustento ideológico que se trasunta en nuevos compromisos; en mayores incumbencias contraídas y sostenida desde un discurso único y solvente, constitutivo y abierto a otros discursos que propendan hacia el mismo sentido de comunicación y acuerdo.
No todo pasa sin sentido. Todo, en esta vida remite a un POR QUÉ. Nada es al azar, ni nada, es gratis. Nada pasa sin dejar rastros. Queda el trazo marcado en el archivo histórico de la memoria. Y ahí, nos quedaremos con el tiempo suficiente para su análisis y posterior rectificación.
Si lo empeñado no es celebrado con los pergaminos que esto demanda, se mancilla el contrato de partes. Se borra con efímeros artilugios y marcadas mentiras las promesas realizadas, viciadas, de falsos compromisos y de una moralidad abstracta.
No en vano crecen malezas en las diferentes fronteras de nuestra madre naturaleza. Aquí y allá, ellas tienen y gozan de un propósito único y genuino. Cuando crecen en el terreno de los propósitos son nutrientes con un fin determinado. Cuando crecen dentro de la arena política, desconsiderando al otro; subsumiendo la palabra al destrato y manipulación, son yuyos perfectamente distinguibles y calificables.
La arena política, nos muestra sin aviso alguno, los impactos que pueden sufrir aquellos que creen en un primer momento y que luego, se encuentran inmersos en un conflicto, producto de las promesas incumplidas y de las frustraciones que sienten, porque lo prometido se cayó, como se cae todo lo que no tiene fundamento real, argumento propio, vacío de contenido y convicciones, repleto de conveniencias, engaños y especulaciones.
Así transita hoy el hombre político. Al servicio de unos pocos que se apropian indebidamente de un acervo emocional de muchos. Los degradan, los fagocitan brutalmente, los niegan hasta la desconsideración. Sufren de un tipo de amnesia que se propaga con la rapidez de las mentiras y con la insolvencia de las incorrectas interpretaciones, insolventes compañías y desafortunadas respuestas.
Se habla de respeto con la liviandad que ostentan quienes poco o nada creen en él. Se habla de respeto sin considerar: ni el tiempo transcurrido; ni las acciones llevadas a cabo; ni las consecuencias acaecidas; ni el desgaste ideológico provocado; ni las palabras utilizadas constructoras estas, del entramado posible y necesario para celebrar posibles acuerdos que a posteriori, “no son respetados”.
EL respeto, ha devenido en moneda corriente sin valor. No se sustenta lo que se dice. No se honra lo que se promete. No trasciende la idea, porque carece de compromiso y de argumentos tangibles y convincentes que permitan su ejecución. No se registran acciones que instrumenten lazos, vínculos, entendimientos, por el solo hecho de que, dichas acciones son vacuas, estériles, se esconden a las mayorías y son ostentadas por quenes cometen uso indebido de las mismas. Son nulas en todos los sentidos y en todas las interpretaciones posibles.
Se habla de trayectoria desde la coyuntura de una explicación, de una rendición de cuentas, del por qué se llegó a determinado estado de atraso y postergación. Trayectoria debiera ser el camino logrado producto de una agenda detallada. Trayectoria, no es liviandad conceptual. No es argumento ocasional. Trayectoria, es sustento ideológico que se trasunta en nuevos compromisos; en mayores incumbencias contraídas y sostenida desde un discurso único y solvente, constitutivo y abierto a otros discursos que propendan hacia el mismo sentido de comunicación y acuerdo.
No todo pasa sin sentido. Todo, en esta vida remite a un POR QUÉ. Nada es al azar, ni nada, es gratis. Nada pasa sin dejar rastros. Queda el trazo marcado en el archivo histórico de la memoria. Y ahí, nos quedaremos con el tiempo suficiente para su análisis y posterior rectificación.
Si lo empeñado no es celebrado con los pergaminos que esto demanda, se mancilla el contrato de partes. Se borra con efímeros artilugios y marcadas mentiras las promesas realizadas, viciadas, de falsos compromisos y de una moralidad abstracta.
No en vano crecen malezas en las diferentes fronteras de nuestra madre naturaleza. Aquí y allá, ellas tienen y gozan de un propósito único y genuino. Cuando crecen en el terreno de los propósitos son nutrientes con un fin determinado. Cuando crecen dentro de la arena política, desconsiderando al otro; subsumiendo la palabra al destrato y manipulación, son yuyos perfectamente distinguibles y calificables.
