Ayer estuvimos juntos
compartiendo la inmensa
tarde de nuestra dicha
suspirabas y al hacerlo
cambiabas la dirección
de la curiosa brisa que
no se marchaba
aplacando mis urgencias
demorando tus actitudes.
La hilera de árboles
nos dio refugio
fue nuestro templo de
bautismo
allí, emergimos a la vida
purificados por el amor
bajo la manifiesta
entrega
de pertenecernos.
Ayer, nos quisimos tanto
que me duele saberlo
en la memoria de mis
afectos sublimes
estas, persistes, te
aguardo
de alguna lo conservo.
Verte en el tiempo
es replicar las más
bellas imágenes soñadas
las que sentí con el
fragor de las emociones
con el ímpetu soberbio de
saber que me querías
entonces, actuaba sin
medir fuerzas
porque las demandabas,
las provocabas, las exigías
y yo, débil, te complacía
exhausto lo hacía
con mi voluntad socavada
por tu fragancia, lo hacía.
Eras ... mi sueño
anhelado
el que cuando se concreta
te abre el pecho y mitiga
las lágrimas
el que te despersonaliza
sintiéndote nada,
queriéndolo todo.
Cómo no someterme a tus
encantos
cómo abstraerme de tu
risa
cómo evitar tus manos
cómo, siendo dueños
absolutos
de la alegría, de la
emoción y de la entrega
no supimos ser parte de
ellas
perdiéndonos
perdiéndote
perdiéndome.