Con el término sexismo solemos designar –y así lo constata el Diccionario acadé-
mico (Madrid, 2001)– la ‘discriminación de personas de un sexo por considerarlo
inferior al otro’. Sobra decir que el sexo tradicionalmente discriminado con respecto
al otro es el femenino. Victoria Sau, en su Diccionario ideológico feminista (Barcelona,
1989), destaca que el sexismo abarca todos los ámbitos de la vida y de las
relaciones humanas, y que el lenguaje constituye sin duda un buen ejemplo.
En realidad, la relación entre lenguaje y sexo puede concebirse en dos sentidos:
a) en lo que respecta al empleo de la lengua condicionado por la identidad
sexual de quien habla (por ejemplo, el utilizar tacos ha estado mal visto en
la boca de las mujeres y no de los hombres);
b) en lo que se refiere al tratamiento discriminatorio de las mujeres en el discurso,
o lo que es lo mismo, en determinadas construcciones o mensajes,
ya sea por el término utilizado o por la manera de construir la frase.
Aunque ambos son un reflejo del sexismo cultural, el sintagma sexismo lingüístico
solo es aplicable al segundo, al uso discriminatorio del lenguaje, y en ello incurren
mujeres y hombres. De hecho, cometemos sexismo lingüístico cuando el mensaje
resulta discriminatorio debido a su forma y no a su fondo. Es decir, debido a las
palabras o estructuras elegidas, pues cuando la discriminación se debe al fondo del
mensaje, esto es, a lo que se dice y no a cómo se dice, se incurre en sexismo social.
Así, por ejemplo, en la frase: En el Ayuntamiento hay 17 concejales y tres concejalas
se manifiesta claramente el sexismo social, puesto que existe una evidente
descompensación entre hombres y mujeres en los cargos públicos, pero no se comete
sexismo lingüístico, pues no se oculta a la mujer.
En cambio, sí hay discriminación en cuanto al uso de la lengua en el ejemplo
siguiente: A la inauguración podrán acudir los concejales acompañados de sus
mujeres.
Según se ha construido la frase, se entiende que el término masculino concejales
se refiere solo a los varones; de haber sido así, se debería haber empleado el
vocablo esposa y no mujer.
El sexismo lingüístico se comprueba fácilmente si aplicamos la regla de inversión,
mediante la cual advertiremos que en este contexto el vocablo mujeres no se
corresponde con la voz hombre: *Podrán acudir las concejalas acompañadas de
sus hombres.
En cualquier caso, lo más adecuado es construir la frase, o bien con el masculino
plural concejales (que de acuerdo con las normas actuales del español engloba a
los dos sexos), o aún mejor, emplear procedimientos como la perífrasis los miembros
de la Corporación Municipal, para eludir cualquier posible ambigüedad o confusión,
y utilizar, por supuesto, además el término cónyuge que designa tanto a los
varones como a las mujeres.
FUENTE: https://www.nodo50.org/mujeresred/manual_lenguaje_admtvo_no_sexista.pdf