Una crisis como la actual debió ser el pretexto ideal para que todos pudiéramos pensar en una ciudad mejor, en una sociedad mejor. Aunque la pesadilla del COVID 19 termine mañana, seguiremos enfrentándonos a las mismas condiciones políticas de siempre. Porque nada parece haber cambiado.
Sin embargo, yo no cambié. No cambié de opinión con respecto a la gestión del intendente y al desempeño de nuestros concejales. En los sucesos ocurridos el último fin de semana en el barrio Nuestra Señora de La Paz no se le puede endilgar nada al municipio. Es más, sé que los concejales Bordón, Minetti y Ferrero Datri se ocuparon y estuvieron trabajando en el tema. Entiendo que Rosales y Catania también en conjunto con las autoridades municipales estuvieron .No hay nada que pueda explicar cómo volvimos a esta encrucijada en donde personas vulnerables, en condiciones de fragilidad extrema son utilizadas (directa o indirectamente) para desestabilizar o atacar políticamente a eventuales adversarios. Algunos promovieron el inicio de la campaña. ¿Qué piensan hoy?
Tenemos que comprender que actos como los del pasado domingo, no van dirigidos solamente a un gobierno en particular. Van dirigido a cada uno de nosotros.
Muchas veces, muchas voces nos alertaron, nos informaron, nos comunicaron que la desigualdad es el origen de muchísimas situaciones críticas. El mundo es un lugar desigual, pero eso no debe conformarnos. Muchos políticos la condenan y la usan como argumento para llegar a un lugar de poder. Y así estamos. Impresionados. Por qué la pobreza en nuestra ciudad es impresionante. Nos acostumbramos a la pobreza, pero no pensamos que la pobreza, esta pobreza que nos indigna y nos enoja, es el resultado de nuestras decisiones políticas. Y con nuestras decisiones a veces contribuimos a que haya muchos que ya no pueden tener menos, porque ya no tienen nada.
Votar siempre lo mismo, votar siempre a los mismos, nos regresa al mismo punto de partida: la pobreza como arma de sujeción de las personas, como arma de dominación de las personas. La pobreza como herramienta para dividir a la sociedad. No todos somos culpables, hay matices, hay responsabilidades que están muy por encima del desesperado que agarra unas chapas, unas estacas y una pala para ocupar un terreno. Hay responsabilidades que están muy encima del vecino que ve al intruso como un enemigo. El verdadero desafío es que existan fábricas y oportunidades de trabajo para los desesperados. Cuando esas personas rechacen el trabajo o manifiesten abiertamente que no quieren hacerlo, recién entonces podremos afirmar que no quieren progresar. Mientras tanto debemos repudiar la utilización de los más desprotegidos con fines espurios e indignos. Es un análisis simplista. Tan simplista como cuando manifesté mi diferencia con respecto a lo que llaman “explosión solidaria”. No es solidaridad, es fracaso de los políticos.Tampoco está a nuestro alcance cambiarlo. Los responsables también son otros que fueron elegidos para eso. La sociedad se resignó a ciertas ocupaciones previas como un sector frente al Remanso Valerio, Camino Muerto sabiendo que no había nada a su alcance para evitarlo. Porque las ocupaciones preocupan por los ocupantes y quizás más temor por los que podrían estar detrás.
Lo que sucedió en Nuestra Señora de La Paz, no debe pasar desapercibido. Ya tuvimos una experiencia años atrás en y hoy tenemos en nuestra ciudad muchísimas personas viviendo en condiciones indignas. De aquella ocupación poco sabemos.
Pensemos, esta vez, que la justicia actuará y podamos saber si hubo instigadores o sólo fue una acción espontanea de un grupo de personas este frustrado intento de ocupación de terrenos.
Esta situación nos pone a nosotros frente a una verdad incontrastable: o seguimos anestesiados y nos consolamos pensando que ya pasará o damos vuelta la página y empezamos a escribir un nuevo guión. No podemos continuar engañándonos por qué todo puede ponerse mucho peor y un futuro mejor ya ni siquiera será un sueño. Será una utopía.
